El valor de comunicar & la comunicación valiente.

Es la que no calla, pero no la que no calla por rebelión o por que grita a cuatro vientos; sino la que no calla por revelación porque escucha su silencio.
Siento con el alma, escucho con el corazón, me expreso a través del cuerpo, físico, químico, energético, sonoro.
Invoco, in-boca y evoco todo lo sentido, me pronuncio con humildad, y me nombro con respeto, me doy a luz en la coherencia presente del vínculo, de generosidad y gratitud conmigo misma. El respeto, la autoridad, la valoración de lo sentido, el sentido de amor propio, el sentido de la propia validación.
No es un amor propio narcisista, ideal, romántico, platónico, sino el amor propio de la aceptación del potencial creativo, la conciencia vital presente que me indica, que me muestra, que me enseña mi propia autoridad, mi propia sabiduría, con la que me recibo, me creo, me tomo decisión (deci-sí-on) valiente, decisión profunda, de compromiso, de sanación (sana-acción) colectiva.
Soy una singularidad colectiva, un flujo de materia asociada a un significante racional/racionalizado, que se interpreta a sí misma a través de estados sensitivos, existenciales, de introspección, de disolución material.
La materia en mí no es concreta es intangible (in-dentro/ tangible) y se moldea, se obra a través de la ideación, del libre albedrío de los pensamientos, de la imprimación (in-prima-acción) del inconsciente, esa percepción fugaz de mi inconsciente creativo.
Mi pensamiento lineal es una interpretación física (tiempo/espacio) de mi estado material, una deducción material, la materia en mí es lo que se crea, es lo que YO SOY, es lo que YO CREO.
Creo en mí, en mi valor y merecimiento, me atravieso con valentía, me muero de miedo (de mi-ego), soy la certeza del instante en que me disuelvo, en que me transformo, en que me obro, en que creo en mi encarnación, en mi materialidad, en mi don lúcido, lúdico, creativo, y me encarno posibilidad material, posibilidad de auto realizarme, y me encuentro realmente como totalidad, no de marera racional, racionalizada, separada, terciada, sino canalizando a través de la certeza de la sabiduría en mí, la propia intuición y la percepción en mi cuerpo físico.
Me informo de lo material, me canalizo información (in-forma-acción) creativa, me descodifico, me descosifíco, me percibo (per-sí-ve; se ve por sí misma) y me materializo desde lo intangible.
La confianza en mí misma, que es fruto de la credibilidad en mí, de creerme en lugar de quererme, de amarme en lugar de armarme, de recibirme en lugar de revivirme. Esa conciencia individual que me comunica, que me expresa, que me encarna como unidad creativa, como singularidad. Soy la primera que me creo, soy la única que me creo, soy la única que PUEDO CREARME.
El poder proactivo, ejercer mi autoridad, empoderarme, en ponderarme, en mí misma y por mí misma. Mi entrega, mi compromiso conmigo misma, esa responsabilidad del propio reconocimiento, del propio valor para creer y crear en mí, engendra la raíz PACHAMAMA, la raíz del dar y recibir como instrumento de la creación.
Mi singularidad, mi sonoridad, la virtud de mi sonido, en mi timbre, en mi voz, en mi canto, en mi melodía, en mi armonía, en mi aullido, en mi latido, en mi ritmo, en mi frecuencia, en mi música, que es oído.
Todo y solo, me emito desde la certeza y el reconocimiento del lugar que ocupo en mi creación, invocando lo sagrado, lo invulnerable, eso que emerge de la absoluta vulnerabilidad en mí, esa que no me rompe, ni me destruye, ni me mata, esa que es a través del tiempo y el espacio, disuelta, resuelta, libre para PROCREARME y darme a luz.